Revelando la diversidad en “El reino más alto de los anolinos”
Por : Rafael Moreno Arias
Grupo de Morfología y Ecología Evolutiva
Instituto de Ciencias Naturales
Facultad de Ciencias
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá.
Hace varios años, cuando paseaba en un matorral Altoandino cerca de Bogotá, y mientras admiraba las ensortijadas formas que tenían las ramitas de aquellos arbustos, observé en una de ellas una pequeña mancha alargada de un color verde brillante que se destacaba entre la vegetación circundante, la pequeña mancha me recordó a la descripción de esas visiones alteradas que se producen tras consumir sustancias enteógenas… mi ansiedad empezó a crecer porque entre más me acercaba a la manchita ella giraba lentamente alrededor de la ramita… cuando estuve suficientemente cerca como para poder saber de qué se trataba me di cuenta que no era una alucinación, era una lagartija, ¡un Anolis heterodermus!
Unos años después sentí gran inquietud al pensar sobre el futuro de aquellas lagartijas ante el inevitable avance de una gigantesca ciudad ávida de concreto. Con Nicolás Urbina decidimos averiguarlo estudiando la dinámica de algunas de sus poblaciones en remanentes de matorral Altoandino cercanos a Bogotá. A pesar de que la ciudad continuaba con su inexorable crecimiento, las lagartijas parecía que tenían varias cartas bajo la manga para enfrentar la pérdida y fragmentación de su hábitat… mientras el embate del desarrollo urbano no fuera tan fuerte. Mi ansiedad cesó… parcialmente.

El matorral Altoandino, principal hábitat de los anolinos de alta montaña en el norte de Suramérica. Fotografía Rafael Moreno.
Digo que cesó parcialmente porque mientras capturaba, marcaba y recapturaba esas lagartijas para el estudio poblacional, también me preguntaba cómo era posible que una sola especie pudiese albergar tan grandiosa variedad de formas, tamaños y colores. Tal vez Emmet Dunn y James Lazell sintieron lo mismo al enfrentarse a tal variación y diversidad de estos anolinos; lo mismo que otros investigadores, que con información molecular propusieron que Anolis heterodermus era un complejo de especies.

Una pequeña muestra de la variación en el patrón de coloración dorsal de A. heterodermus y A. richteri (Fotografías: Rafael Moreno).
Siguiendo con las ideas en la nueva era molecular, con Mario Vargas estudiamos dicho complejo y encontramos que al menos tres linajes habían evolucionado independientemente en un área geográfica muy pequeña podían y podían corresponder a tres especies… fue un pequeño avance que no nos terminaba de explicar tal variación de colores y formas. Al equipo se sumaron Miguel Méndez e Iván Beltrán y decidimos seguir indagando sobre la diversidad de este complejo de especies que Miguel hermosamente denominó como “El reino más alto de los anolinos”.
En nuestra última investigación, reunimos diferentes líneas de evidencia gracias a muchas personas que nos ayudaron en el proceso (Entre ellos Anthony Herrel que aún en vacaciones de Navidad se devolvió a su laboratorio para fotografiar la serie típica de A. heterodermus, Juan Manuel Daza y Belisario Cepeda quienes nos aportaron valiosos tejidos y especímenes de las colecciones a su cargo, así como otros colegas y amigos que nos compartieron amablemente sus fotografías). No obstante organizar y analizar toda esa información no fue tarea sencilla y nos demoramos varios años en hacerlo.

Relaciones filogenéticas entre algunas especies de de anolisnos del grupo heterodermus. Figure tomada de Moreno-Arias et al. (2023).
Al final ampliamos el muestreo molecular incluyendo otras especies del “reino” o más formalmente del clado Phenacosaurus, como se solía conocer a las especies que antes eran de este género y que al final resultaron ser Anolis. Fue una gran sorpresa descubrir que en lo que llamábamos Anolis heterodermus se encontraban al menos nueve linajes.

Detalle de la corona de algunas especies del reino más alto de los anolinos (Fotografías: Anolis quimbaya Wilmar Bolívar, las otras especies Rafael Moreno).
Agrupamos a las lagartijas con base en las diferentes líneas de evidencia. En la agrupación morfométrica fueron importantes las dimensiones de las patas, los dedos y el tamaño corporal. Para los grupos basados en tanto el número de escamas en la cabeza y el dorso como las coronas (en forma de U o V) las crestas nucales y la hilera de escamas sublabiales. Aunque la agrupación basada en el patrón de coloración dorsal fue menos robusta que las de las otras líneas de evidencia, esta nos permitió agrupar a las lagartijas de acuerdo con su patrón predominante: un color uniforme para algunas y hermosas combinaciones de color para otras. Más interesante fue la agrupación por el patrón de coloración de los sacos gulares porque nos dio indicios de su fuerte asociación con la distribución geográfica de las lagartijas y su historia evolutiva.

Resumen de las características fenotípicas y la distribución geográfica de los anolinos del grupo heterodermus. Figura modificada de Moreno-Arias et al. (2023).
Una vez reunidas y analizadas las diferentes líneas de evidencia, procedimos a estudiar la correspondencia entre ellas y su congruencia con la historia evolutiva de las especies. Encontramos un grado bajo de correspondencia entre el patrón de coloración corporal, la morfometría y la evidencia molecular, y un alto grado de correspondencia entre el patrón de escamado, el patrón de coloración del saco gular, la evidencia molecular y la distribución de las especies. Esta correspondencia al fin nos permitió soportar tanto unas novedades taxonómicas como hipotetizar la diversificación de las especies bajo la luz de los cambios geológicos y ambientales asociados al levantamiento de los Andes en el norte de Suramérica.
