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Foto del escritor: Anolis de ColombiaAnolis de Colombia


Por: Adriana Jerez & Martha L. Calderón-Espinosa


Grupo de investigación Morfología y Ecología Evolutiva, Facultad de Ciencias, Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

arjerezm@unal.edu.co; mlcalderone@unal.edu.co

Habituadas a la majestuosidad de la gama de verdes de los bosques y selvas de nuestro territorio, nos asombra el impactante paisaje desértico de la Guajira colombiana. A nuestros ojos surge el horizonte árido, de suelos amarillos mezclados con escasos parches verdes de vegetación, bajo el cielo azul. Allí, sobreviviendo a temperaturas incandescentes, radiación solar implacable, agua dulce inaccesible y vientos impetuosos se encuentra “jokoliwa”, la lagartija Anolis onca, en idioma wayuunaiki. En contraste, su presencia anuncia la llegada de las anheladas lluvias para los pobladores locales, el pueblo Wayúu.




Figura 1. Anolis onca, “jokoliwa”, en Bahia Portete, Guajira (Colombia). Fotografías: Martha L. Calderón-Espinosa.

Esta especie con distribución restringida en Colombia se encuentra solo en la Guajira, mientras que, en el país vecino su rango es más amplio. Habita en la vegetación, compuesta por arbustos de hojas muy pequeñas, cactus de alto porte, herbáceas bajas y espinosas y otras rastreras de hojas suculentas, típicas de los ecosistemas xerofíticos y desérticos de la Guajira. Por lo tanto, es frecuente verlos desde la mañana tomando el sol, como si fueran una extensión de las ramas más delgadas y altas de los arbustos; de donde ágilmente se agarran para extender su cabeza al sol como si buscaran alcanzarlo; pero también, entre las espinas del extremo más apical de los cactus. Durante el resto del día se observan individuos deambulando sobre el roquedal con paredes verticales y escabrosas, como en el pilón de azúcar y en el ojo del agua, en el cabo de la vela; así como, individuos corriendo sobre la arena para trepar los tallos gruesos de los arbustos, con impactante destreza y velocidad, en las playas de Bahía Portete.




Figura 2. Anolis onca sobre la arena, los troncos gruesos de los arbustos y en el roquedal. Fotografías: Martha L. Calderón-Espinosa.



Por lo tanto, esta especie exhibe una gala de habilidades locomotoras para desplazarse en diferentes superficies. Aspecto muy sobresaliente, ya que A. onca exhibe una combinación particular de garras muy largas y poco curvas, con dedos delgados. Es bien sabido, que es la única especie de anolinos de Colombia, que no exhiben escamas ensanchadas debajo de los dedos (lamelas subdigitales); estructuras que caracterizan los Anolis, y que son fundamentales para habitar en la espesura de la vegetación a diferentes alturas.


Esta lagartija se distingue fácilmente por su cuerpo robusto y comprimido (cuerpo más alto que ancho), extremidades fornidas y potentes, y cola larga; además, su coloración está conformada por una base amarillosa a crema con manchas oscuras y muy claras de diferentes tamaños, distribuidas hacia los lados en el dorso del cuerpo. Coloración que los hace algo indistinguibles con el entorno, y tal vez por eso permanecen inmóviles hasta que ya estás muy cerca, momento en el cual saltan hacia las ramas delgadas de la vegetación o se esconden entre las rocas. Los machos exhiben un abanico gular (pliegue extensible debajo de la garganta) grande y muy llamativo de color naranja escandaloso y brillante; y que solo sobresale al desplegarlo, cuando quieren marcar territorio, atraer hembras o si se sienten amenazados, ya que normalmente esta guardado. Este conjunto de características hace a A. onca fácilmente distinguible de Cnemidophorus lemniscatus, otra lagartija abundante en este ecosistema; que sobresalen, por su coloración azulosa y porque corretean velozmente por el suelo y trepan las ramas más bajas de la vegetación, durante el incandescente día.



Figura 3. Características de A. onca. Fotografías: Martha L. Calderón-Espinosa

Sin embargo, a pesar de la impactante imagen de este paisaje árido de la Guajira con aparente pocas ventajas para la expansión humana, estos lagartos conviven con ciertos riesgos; entre los cuales se encuentran la aparente expansión de las viviendas, el probable impacto que genera el turismo que, gracias al clima extremo y suelo heterogéneo, se restringe a unos pocos sitios; y la aparente falla en el manejo de plásticos, que groseramente se adhieren a la vegetación.




Figura 4. Paisajes del cabo de la vela (Guajira- Colombia). Fotografías: Martha L. Calderón-Espinosa.



No es un secreto que para las personas que trabajamos en biología, conocer cualquier ser vivo, nos enciende la curiosidad; evidentemente, A. onca es una lagartija que por lejos es altamente atractiva para diversos estudios, no solo por las características de su historia natural y ecología, sino porque hace parte de un ecosistema tan particular. Su sobrevivencia, como un ectotermo que debe regular su temperatura es muy impactante, contando con las altas temperaturas del lugar, las pocas lluvias de la mayor parte del año y los vientos bruscos que caracterizan este lugar.





Figura 4. Anolis onca sobre una roca en la playa ojo de agua, Cabo de la Vela, Guajira (Colombia). Martha L. Calderón-Espinosa.



Las políticas económicas y sociales se exponen descarnadamente en la Guajira y, aunque la pertenencia de este territorio al pueblo wayuu es una suerte de protección, se podrían incentivar mayores estrategias de conservación y apreciación de la biodiversidad ancladas a la realidad de la región. A. onca, “jokoliwa”, evolucionó con características muy particulares y en condiciones ambientales muy extremas. Ciertamente, como una sobreviviente es casi una emisaria de la naturaleza para los pobladores locales, que históricamente han habitado en este árido lugar del norte de Sur América.




Figura 5. Anolis onca descolgándose sobre el roquedal en el Pilón de Azúcar, Cabo de la Vela, Guajira (Colombia). Martha L. Calderón-Espin

Bibliografía

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Uetz P, Freed P, Aguilar R, Hošek J. 2021. The Reptile Database, http://www.reptile-database.org, accessed [Noviembre 11, 2021]


Nota N. 2: 2021

 
 
 

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